Erre que erre

Ilustración: Fernando Noriega
Texto: Anthony de Mello (El canto de la rana)

Bajaba por la calle un borracho con las orejas en carne viva. Se encontró con un amigo y este le preguntó qué le había pasado.

—A mi mujer se le ocurrió dejar la plancha encendida y cuando sonó el teléfono cogí la plancha por equivocación.

—Ya veo, ya… pero, ¿y la otra oreja?

—¡El muy imbécil volvió a llamar!

Para no cometer los mismos errores una y otra vez la solución está en poner atención a lo que hacemos, decimos o pensamos.

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