Ilustración: Fernando Noriega
Texto: Anthony de Mello (El canto de la rana)
Un célebre cirujano decía a sus alumnos que, para ser buen profesional en la materia se requerían dos cualidades: no sentir náuseas y tener capacidad de observación.
Para hacer una demostración, introdujo uno de sus dedos en un líquido nauseabundo, se lo llevó a la boca y lo chupó. Luego pidió a sus alumnos que hicieran lo mismo. Y ellos, armándose de valor, le obedecieron sin vacilar.
Entonces, sonriendo astutamente, dijo el cirujano:
—Caballeros, no tengo más remedio que felicitarles a ustedes por haber superado la primera prueba. Pero desgraciadamente, no han superado la segunda, porque ninguno de ustedes se ha dado cuenta de que el dedo que yo he chupado no era el mismo que el que había introducido en ese líquido.
No debemos dejarnos llevar por el ímpetu. La observación y la reflexión son buenas compañeras a la hora de acometer cualquier empresa.
