Noche en el cole

Da igual cuáles sean las razones que provocan las guerras, siempre son absolutamente insuficientes para justificar la violencia y el sufrimiento que desencadenan. Desgraciadamente, la mayoría de los líderes de este mundo todavía no lo han comprendido.

Por Jorge Naranjo
Misionero comboniano

Imagínate que estás en tu colegio siguiendo una clase de matemáticas y, de repente, empiezas a escuchar disparos, ráfagas de metralleta y unos bombazos que hacen retumbar los muros de tu aula. Pues eso es exactamente lo que les pasó a los aproximadamente 1.500 alumnos del Comboni College de Jartum (Sudán) el pasado 15 de abril. Aunque era sábado, en Sudán también hay clase ese día de la semana y los chicos y chicas habían ido a la escuela sin saber que aquella misma mañana iba a estallar un conflicto entre las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF, por sus siglas en inglés), lideradas por el general Abdel Fattah al-Burhan, y otra fracción del Ejército, las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), de Mohamed Hamdan Dagalo, Hameidti.

El Comboni College de Jartum está situado a tan solo 750 metros al sur del palacio presidencial que las RSF querían arrebatar a las SAF, y los combates en esta zona de la ciudad eran durísimos. Al principio, los alumnos y profesores no sabían qué pasaba, pero como los disparos se intensificaban y empezaban a romperse algunos cristales, la primera reacción fue meterse debajo de los pupitres, cuerpo a tierra, para estar más seguros. Después, ordenadamente, fueron saliendo para refugiarse en los lugares más protegidos del edificio.

A lo largo del 15 de abril, muchos padres y familiares se arriesgaron a acercarse hasta el centro educativo para llevarse a casa a los niños, pero al final de la jornada, de los 1.100 alumnos de Primaria y 450 de Secundaria todavía quedaron 290 alumnos cuyos familiares no consiguieron venir a recogerlos. Por supuesto, los dos misioneros combonianos presentes y los profesores no dejaron que nadie se fuera a casa por su cuenta, así que tuvieron que pasar la noche allí. Durmieron por el suelo en el sótano del colegio, y lo único que pudieron comer en todo el día fue una especie de papilla hecha de harina y huevos.

Momentos vividos por los alumnos del Comboni College los día 15 y 16 de abril, cuando se vieron atrapados por el estallido del conflicto en Jartum.

Liberados

Al lado del colegio se encuentra el Comboni College of Science and Technology (CCST), la única universidad católica de Sudán, de la que soy rector. Afortunadamente los alumnos estaban de vacaciones y aquel sábado solo había algunos trabajadores. Yo mismo había aprovechado el periodo vacacional para viajar a España el jueves 13 de abril sin sospechar nada del desastre que se cernía sobre la ciudad de Jartum. Cuando el día 15 se desató el conflicto y nos encontramos con los estudiantes bloqueados en la escuela, me puse en contacto con Cruz Roja Internacional para solicitar a la organización un corredor de evacuación de los 290 alumnos y el resto del personal del colegio.

Cruz Roja Internacional hizo un trabajo excelente, involucrando al mismo general Abdel Fattah al-Burhan para que se permitiera la evacuación del colegio. Al día siguiente, el domingo 16 de abril, los estudiantes que habían pasado la noche en la escuela pudieron regresar con sus familias y los profesores y caminar hasta sus casas. Los misioneros combonianos P. Apaap Bonifacio Jr. Autentico, filipino, y Jose Jeremias Salvador, mozambiqueño, pudieron descansar tranquilos cuando vieron que sus alumnos y profesores eran protegidos de aquel infierno de balas y bombas. Bueno, no exactamente, la verdad es que ni descansaron ni estaban tranquilos porque los combates continuaban e incluso se intensificaban. Los dos misioneros se refugiaron en el sótano y permanecieron encerrados durante nueve días esperando que el conflicto cesara. Habían subido a sus habitaciones para coger un colchón, y a la capilla para bajar el altar y lo necesario para poder celebrar la misa cada día. Eran unas eucaristías muy especiales donde la voz del sacerdote no se alternaba con la del coro sino con el sonido de los intercambios de disparos y bombas. 

La situación se hacía insostenible. En un momento de tregua salieron de su refugio y caminaron a pie hasta llegar al barrio de Masalma en Omdurman, donde les esperaban los hermanos de otra comunidad comboniana.

¿Y ahora qué?

Todos los estudiantes de Jartum dejaron de ir a la escuela el 15 de abril. Las familias sudanesas con casas fuera de la capital huyeron hacia las mismas. Algunas incluso buscaron refugio en el vecino del norte, Egipto. En cambio, la mayor parte de las familias de origen sursudanés huyeron hacia el sur y allí intentarán que sus hijos puedan seguir su itinerario educativo. Habían huido de Sudán del Sur a causa de la guerra civil en aquel país y ahora tenían que recorrer el mismo camino pero en dirección opuesta.

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