Llegó octubre, el mes más misionero. El día 22 celebramos el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND) y el lema elegido por el papa Francisco para este año es «Corazones fervientes, pies en camino». Es preciosa la conexión que establece el Papa entre el corazón y los pies de los misioneros y que yo intento explicar en el «Rincón Misionero» de este mes (pp. 64-66). Os invito a leerlo.
Inspirado por el lema y el cartel del DOMUND, nuestro amigo y colaborador Agustín de la Torre nos ha dibujado este mes una portada preciosa. Seguro que os habrá llamado la atención. Aparece una joven con el corazón inflamado de amor que abraza a una persona necesitada. Fijaos bien cómo, a pesar de sus muchas y dolorosas heridas, esta persona está sonriendo dulcemente porque se siente amada y acogida. Habréis visto también que las huellas inundan la portada por todos los lados, así que damos la palabra al propio Agustín para que nos cuente lo que ha querido representar: «Hay huellas grandes y pequeñas, de adultos y niños, que se cruzan y dirigen a todas partes. Huellas de todo tipo de calzado. Huellas que pasan de largo, que rodean a la persona caída, que se detienen, que observan, pero permanecen sin hacer nada. Las huellas del color de la tierra, de pasos cortos y pies desnudos, son las de la persona caída, y las huellas blancas son huellas limpias que van directamente a acoger a quien sufre».
Bonito, ¿verdad? Las huellas de los misioneros siempre se dirigen hacia los lugares donde hay personas necesitadas, como los cuatro misioneros que nos presentan su testimonio en el dosier DOMUND 2023 (pp. 28-33). También podéis leer el testimonio de Mónica (pp. 34-39), una profesora madrileña que este verano renunció a sus programadas vacaciones para ir al encuentro de los niños y niñas del orfanato Sant John, en Sudáfrica.
Y tus huellas, ¿hacia dónde se dirigen?
P. Enrique Bayo