Ilustración: Fernando Noriega
Texto: Anthony de Mello (El canto de la rana)
Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufí. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo:
—Tengo tanta confianza en Dios que he dejado suelto a mi camello ahí fuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que le aman.
—Pues sal afuera y ata a tu camello, estúpido –le dijo su maestro—. Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo.
Dios nos ha dado libertad e inteligencia para, según nuestras capacidades y cualidades, hacer un mundo mejor. No le pidas algo que está en tus manos.
